lunes, 19 de abril de 2010

Los ojos de la cultura

Por LUNES


Culturas, muestra de fotografías de Steve McCurry. Curadora: Virginia Fabri. Centro Cultural Borges (Viamonte esquina San Martín), Sala 21, 2º Piso, Pabellón de las Naciones. Exposición temporal desde el 25 de febrero al 13 de abril.

Hace 25 años, en junio de 1984, el fotógrafo periodístico Steve McCurry viajó a Pakistán para documentar la realidad de los refugiados afganos durante la invasión soviética. En el campamento de refugiados Nasir Bagh se encontró con una niña con de “expresivo rostro de ojos verdes”, como cuenta el paratexto de esta fotografía en la exposición del Borges. El retrato salió a la luz un año después en la portada de la revista National Geographic.

“La niña afgana” tenía 12 años en el momento de la toma, su imagen se convirtió en una de las más famosas de estos últimos años y acarreó una gran repercusión mundial. Aquella fue una de las pocas veces en que se permitió fotografiar a una mujer afgana.

Se expone en la Sala 21 como una de las principales atracciones de la muestra al ser la imagen más famosa del fotógrafo. Sus ojos son de un color verde claro enmarcados por un azul marino. Ellos contrastan con su piel morena, sus cejas pobladas, su oscuro pelo y un velo terracota que cae sobre ella. El fondo, de color verde esmeralda, le da el marco necesario para que esa mirada se haya convertido, para la curadora, en un “ícono de fortaleza”.
La historia que la maestra del refugio contó acerca de la niña conmovió a McCurry: su pueblo fue hostigado por helicópteros de ataque, muchos de su familia resultaron asesinados, por lo tanto los sobrevivientes debieron andar por las montañas para llegar al campo de refugiados, por lo que la niña estaba muy traumatizada y asustada. Para su autor, el retrato resume el trauma y el difícil momento que significa tener que huir del hogar y terminar en un campamento de refugiados tan lejos de casa.

El retrato de la niña se encuentra en el centro de la sala e invita a aquellos que pasen delante de ella a detenerse un momento y quedarse mirando. Delante de la fotografía, ubicada en una de las columnas, se disponen varias sillas para que el espectador pueda observar con atención esos profundos ojos y leer algo de la historia que está inscripta a su lado.

La portada de 1985 se convirtió en la más emblemática de la revista a pesar de haber sido considerada como sumamente perturbadora por su editor. Su reconocimiento fue tan exitoso que en 2002 McCurry y un equipo de la National Geographic viajaron a Afganistán para encontrar a la niña de los ojos verdes, de la cual no sabían el nombre. Un año más tarde Sharbat Gula fue nuevamente tapa de la revista ya con 30 años de edad.

Historias en un rostro
Steve McCurry dice: “los retratos transmiten un deseo de relación humana, un deseo tan fuerte que gente que sabe que no me volverá a ver nunca más se abre a la cámara”. El fotografiado pasa a la perpetuidad, para Philippe Dubois la fotografía es una “forma de supervivencia”.

“Historias de un rostro” es uno de los ejes temáticos que se presentan en la muestra de más de 100 fotografías. Si uno piensa en “rostro” y McCurry, la fotografía de la refugiada será una de las más conocidas. Pero solo es un fragmento de la gran cantidad de retratos que el autor expone, rostros de distintas culturas, de la “Cultura en crisis” (otro de sus sostenes temáticos) porque “en el cielo, no hay distinción entre oriente y occidente”, como dice la frase de Budha en una de las paredes del Centro Cultural.

Las fotografías de niños orientales con sus caras pintadas para las festividades se mezclan con la un niño latinoamericano apuntándose un arma en la cabeza y con lágrimas en sus ojos. La modernidad del subte de Kyoto, del cual sale una aprendiz de geisha se contrasta con la “contemplación, serenidad y meditación” que McCurry ve en su fotografía del monje y el gato.
Pero en el medio de tantas similitudes y diferencias se encuentra Sharbat Gula, se hallan sus ya famosos ojos verdes, como un resumen de la identidad cultural afgana de una época. Su mirada penetrante interroga la cámara, a la vez que el espectador se siente atraído por los ojos de la refugiada. Lejos parece quedar esa afirmación de Charles Baudelaire en la que tildaba a la imagen fotográfica como una “imagen trivial” resaltando su aspecto más documental que sentimental. La mirada de “la niña afgana” es el compendio de un cruento momento histórico y la desdicha de su vida.

"La niña afgana"
Detalle "La niña afgana"

Aprendiz de Geisha saliendo de un subte de Kyoto

Niño latinoamericano con arma

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