Viernes: Argentina soy, y vos sos la alegría de mi ♥…

Iba a escribir sobre el Día del Padre, pero pensé que los otros días de la semana se me iban a adelantar, así que cambié de opinión. Tenía otras tres posibles publicaciones para el día de hoy: el Mundial, el mundo machista en el que vivimos y los Deportistas. Decidí subirlos en el orden en que actuamos: Hormonas (Deportistas), Pasión (Mundial), y cerebro (Machismo)
Por lo tanto hoy voy a hablar sobre pasión de multitudes: los deportistas.

Mi papá odia ver deportes conmigo, porque dice que en algún momento voy a opinar sobre lo lindo que es tal o cual, si a aquel le queda mejor el corte de pelo que tiene ahora, o si me gusta el color de los botines. Exige que me limite a hacer comentarios deportivos, y tan mal no me sale.
Confesémoslo. A las mujeres que nos gusta ver deporte no sólo vemos deporte. Digamos que vemos “más allá”. Todos los chicos que me han gustado en serio practicaban algún deporte y eso no debe ser mera coincidencia.
En cada selección hay un lindo, eso lo sabemos todas. Lo mejor es que no a todas nos parece que el lindo sea el mismo. En la diversidad está la gracia, y (valga la redundancia) le agradecemos a Dios por ello.
En época de Mundial, sobre todo el de fútbol, esas mujeres que apenas sabían en qué consiste el juego, o dónde se lleva a cabo; esas a las que les costó entender algunas señas, o jergas deportivas, esas que preguntan “¿qué pasó?” a cada rato, esas que no tienen la mínima idea, se dan cuenta de que existen otras cosas interesantes dentro del deporte.
Tal vez no, tal vez soy yo, que soy una babosa. Tal vez sean mis juntas, que también son unas babosas empedernidas. La cuestión es que siempre hay algún deportista que nos hace ratonearnos por un ratito.
Mis amigas dicen que me gustan los rubios desabridos. ¡ojo! Acá encontramos un patrón a seguir: gringos con buena espalda.
Confesión de último momento (advierto que esta revelación va terminar de definir mi nota como una publicación muy babosa): me encanta ver a un deportista alongar, estirar los músculos contra un poste, tocarse la planta de los pies con cara de dolor.
¿Será un morbo por lo imposible?
José Meolans, con esa altura, esa espalda, ese tonito cordobés buena onda, ese look despreocupado, esos ojazos, y esa tablita para lavar la ropa es el rey de la natación de este país.
¿Será esa imagen de macho inalcanzable que nos venden?
¿Será esa fortaleza física que exponen, la que nos despierta el instinto que desconocíamos que teníamos?
En rugby todas (o casi todas) van a coincidir con que Hernández está más bueno que fin de semana largo. Encima debe ser uno de los pocos hombres a los que el rosado lo hace súper masculino.
¿Quién no pensó “si te lesionas o te mandan al banco yo te cuido, te curo, te levanto el ánimo”?
En tenis no tengo preferidos, pero vamos a nombrar al simpático del Chucho Acasuso, en honor a mi mejor amiga que lo sigue desde antes que se hiciera conocido.
¿Será que nos parecen tan masculinos?
¿Por qué sólo pensamos en lo increíbles que les quedan las camisetas ajustadas, y no en el olor que deben tener?
En voley, me gustó toda la vida el Sr Milinkovic, pero cuando se puso medio grande hicimos el cambio por el lindo del cordobés García, hasta que pasó de parecerme un potro a parecerme un potro que sabe que es potro (no hay algo más insoportable que un tipo que se sabe y se cree lindo). Rodrigo Quiroga, con esa espalda, esos pómulos, esa carita cuadrada, esos ojos infinitamente celestes y esa actitud de mala persona, me encanta (Está más bueno que la chocotorta).
¿Quién no pensó “como me gustaría ser botellita gatorade-piso sintético-aguatera-masajista-camiseta ajustada”?
¿Será que nos parecen muy viriles?
Una vez fui con mi papá a ver la selección de básquet, en un amistoso contra Uruguay. Ahí vi jugar a un chico que era ignoto hasta entonces. Mientras mi viejito querido decía: “Mira que bien que juega Delfino”, yo pensaba (lo estoy viendoooo). Un morocho tan simpático y con esa mirada, es un crimen.
¿Será que en el fondo queremos admirarlos y hacerles hinchada?
¿Será que nos parecen imbatibles porque se caen y se levantan como héroes?
Ahora bien, cantemos una que sepamos todas. Desde que empezó el mundial, y como pasa en todos los mundiales, he oído a todas las mujeres babosearse con algún jugador. Algunas se babosean con Messi, con Samuel, con el Kun, con Palermo, incluso he escuchado que “Tévez no es tan lindo, pero me encanta”. Si, si, sobre gustos no hay nada escrito. Particularmente no soy muy original: me encantan Higuaín y Heinze. El Pipita tiene cara de buena persona, a todas nos encanta, y más nos hipnotiza cómo le queda el 9 en la camiseta argentina (un aplauso a los que confeccionaron esta camiseta, no sé si notaron lo ceñida que es y cómo les marca todo) y Heinze tiene toda la garra de gringo del interior, que discute todo el partido y que en el fondo, también nos magnetiza.
¿Será eso que tienen entre rústicos y ganadores?
Después están los que nos caen tan bien que los quisiéramos tener de amigos, o de cuñados para darles un abrazo de oso, un Pichott, un Manu, un de Cecco, un Romero, un del Potro.
Obviamente, nombro sólo a los argentinos, para hacerle honor a la camiseta, y para que esta nota no sea tan larga…
Mi tía tiene la hipótesis de que los deportistas son todos brutos. No sé si tiene o no razón. Evitemos pensar que, por ejemplo, los jugadores de fútbol se comen las eses (vamo’ a dejar todo en la cancha, la’ cosa’ no salieron como esperabamo’, en el segundo tiempo estabamo’ muy cansado’). Pensemos que hablan así porque justo los agarraron agitadoS, cansadoS, agotadoS…

¿Son los deportistas los nuevos semidioses del Olimpo Contemporáneo?

¿o Será simplemente que somos unas babosas inquebrantables?



Pd: noten el gran esfuerzo que hice para no parecer una babosa total…