Crónica de una mañana de mundial

Por LUNES

Siguiendo con la onda deportiva de mi amiga viernes (con la cual me sentó muy identificada, me pasa en todos los deportes que veo) voy a hablar de el "efecto mundial". En realidad es un "efecto argentina". Cada cuatro años se juega la Copa Mundial de Futbol, el deporte más popular de nuestro país, cada cuatro años los argentinos se empatriotizan más que nunca. Nunca sentimos tanto la bandera, los símbolos patrios, los ídolos como durante el Mundial (y este año durante los festejos del Bicentenario). Muchos a los que no les interesa el fútbol o los deportes son capaces de mirar todo partido de Argentina.

Ese es la sensación que se vive durante el mes de Mundial (o mientras nuestra selección aguante adentro) pero hay otro efecto que fue el que más llamó mi atención el jueves pasado que jugó Argentina contra Corea del Sur. El jueves a las 8.30 de la maána comenzó el partido, gracias a un error del rival y al pie de Gonzalo Higuain nos pusimos 2-0 arriba en el marcador aunque cuando estaba por terminar el primer tiempo sorprendió un error del equipo nacional que permitió el primer gol a favor de los coreanos.

Al fin de la primera parte del partido tuve que salir a tomar el colectivo para ir al trabajo (con mucha bronca, pero obligaciones son obligacione). Cuando salgo a la calle hay algo que me llama la atención: un jueves a las 10.15 de la mañana no había nadie andando. Al llegar a la avenida donde tomo mi transporte me sorprendió lo desértico del paisaje: negocios cerrados, los autos no pasaban, pocas personas caminando, no corrí riesgo de accidente al cruzar la calle (sobre todo porque todos los días algún irrespetuoso se cree dueño de la avenida y pasa los semáforos en rojo cuando la gente quiere cruzar, y ni hablar de la mayoría que no respeta la prioridad a los peatones).

Pero poco a poco ocurrió lo que se sabía iba a suceder: comenzaron a salir personas a comprar facturas, empezaron a aparecer autos, gente y colectivos. Me subí a uno de estos y otra sorpresa más: tenía asientos libres. Generalmente cuando viajo a esa hora lo hago muy mal, parada todo el recorrido o peleando con alguna señora por un asiento. Pero esta vez no, poca gente estaba viajando, eramos esos a los que las obligaciones no nos dejaron estar en casa en el sillón mirando el partido en High Definition.

Como nunca a esa hora el colectivo hizo rapidísimo, avanzó las desérticas calles y avenidas. Y claro, Argentina estaba jugando. Aquellos que viajan a esa hora decidieron postergar sus salidas, o salir antes y juntarse en algún lado a ver el partido. Gracias a la radio pude escucharlo, aunque cada gol me recordaba la bronca de no estar viendolo.

Pocas veces el microcentro está tan desértico, y eso es cuando hay paro de bancos o feriado bancario. Pero hay que agregar un dia más a las efemérides: juega la selección argentina. La poca gente que circulaba por allí se quedaba en algún negocio con plasma en el que estuvieran viendo el partido. Nunca se me hizo tan fácil llegar al trabajo y nunca quise hacerlo con tantas ganase. Esta vez no quería llegar tárde, básicamente quería estar para ver los últimos minutos del partido. Efectivamente llegué aunque no hubo ningún gol pero el resto del día continuó con la alegría de una victoria de 4 goles sobre 1.

El clima que se vive durante el Mundial es increíble. Básicamente a mi me encanta, miro todos los partidos que puedo y agradezco a mi papá que haya pedido HD. Aunque como seguidora de otros deportes como el tenis y el voley me gustaría que se viviera el mismo clima durante la Copa Davis, o la Word League o los mundiales de ambos, me encanta el Mundial de Futbol y entonces digo... VAMOS ARGENTINA!