Hay muchas veces, creo que sobre todo después de que terminamos el colegio, que nos preguntamos dónde estamos parados y si de verdad queremos estar ahí. Y en ciertos momentos las dudas nos invaden, más que siempre, cuando pensamos en qué queremos hacer de nuestra existencia. A todos nos pasó y nos va a seguir pasando, es la clave de la vida y del cambio o la estabilidad que nosotros pretendamos darle.
Hay una canción de Carajo, cuyo nombre es el mismo que tiene esta entrada, que dice: “porque aprendí que no se trata de ganar… Se trata de saber jugar y de aprender el juego”. Y es así no siempre nos va a ir bien, al lado de todo lo bueno va algo malo aparejado y por suerte con lo malo siempre hay algo que no lo es. Por eso siempre hay que seguir para adelante, no bajar los brazos, sólo cuando la carga se haga demasiado pesada para soportarlo, cuando las cosas tiene que estallar.
Pero cuando uno ama lo que hace intenta todo por seguir con eso, aunque sea complicado. Y hacer lo que nos da tanto placer nos alegra la vida a pesar de que a veces cueste arrancar, que nos cueste levantarnos de la siesta un sábado a la tarde, que nos sea difícil levantarnos un domingo temprano, que odiemos tomar el colectivo a las 8 de la mañana para viajar una hora y media, o andar apretados en el subte en hora pico. El que ama lo que hace lo hace con una sonrisa en la cara, que le hace olvidar todos los embrollos que tuvieron que atravesar antes.
Yo amo muchas cosas, pero hay tres que amo hacer sobre todo: actuar, jugar al voley y escribir cosas relacionadas al arte. Desde hace 9 años que estudio teatro, sólo hubo un año en el que no y este que por cuestiones de horario tuve que dejar. Pero desde que tengo 13 es una pasión constante y cada vez que no hago ningún taller extraño como loca. Me costó mucho dejar pero por temas de horario, un poco de auto-respeto y respeto hacia mis compañeros no me quedó otra. Y abandoné prometiéndome que el año que viene vuelvo porque entre trabajo y estudio mi mente merece una salida un par de horas. Además mi sueño de ser actriz sigue en pie, de dedicarme a eso, a vivir de la actuación, de pasarme la vida arriba de un escenario o filmando películas. Es todavía una fantasía de esas cuando te preguntan "¿qué queres ser de grande". Y bueno... esa es mi primera opción.
Otra salida es el deporte, hace relativamente poco que lo practico un poco más seriamente (5 años) sin contar lo que hacía en el colegio. Si dudan del amor que se le puede tener a una actividad les doy una data: domingos a jugar temprano, entrenamientos apenas salía del colegio, después ir directo del trabajo al club, dejar de salir los fines de semana para pasar el día encerradas en alguna cancha, viajar horas y temprano, perder los sábados por entrenar 2 horas y media -más las horas de viaje. Pero cuando uno ama y el amor es incondicional se hace todo, eso dicen. Y yo amo el vóley, soy feliz practicándolo y viéndolo, me llena de alegría y me llena la agenda los domingos aburridos ;)
Y bueno, como saben, escribir sobre arte también es mi otro amor. Cuando hablaba que no se puede ganar todo el tiempo les puedo dar ejemplos de mis primeros años cursando la Licenciatura. Al principio no entendía el por qué de las materias que teníamos (Semiótica, por ejemplo) y admito que varias veces se me cruzó por la cabeza dejar, después del típico replanteo de por qué estaba estudiando eso. ¿Y qué iba a estudiar sino? Si nada me hace mejor que mirar una obra de teatro, ir a un concierto de música, mirar una peli o acudir a una muestra de artes visuales. Entonces seguí y acá me tienen, a punto de recibirme y saliendo con una sonrisa después de cada clase. y disfrutando como nunca las clases de ese profe que leí el primer año, al que no entendía, y al que hoy le estoy más agradecida que nunca por su apoyo.
Esa sonrisa no se consigue siempre y cuando se logra hay que aguantarla. Obvio que no todo siempre es así, que a veces nos cuesta una lágrima, una puteada pero así es el amor., ¿no? Y cuando uno ama lo que hace lo sabe, entiende que aunque lo deje y tarde años en retomarlo la pasión sigue a flor de piel. Porque es difícil de despegarse de eso que te hace reír, aunque sea sola. Además que sabemos que es impagable cuando uno se siente satisfecho y vuelve a casa con una risita, cuando cuenta lo que le provoca eso aunque a nadie le importe y se siente feliz al hacerlo a pesar de que con otras cosas la falta de atención provocaría ira. Yo sigo adelante, saliendo con una mueca de alegría en mi cara cada lunes y jueves que curso, cada martes y sábado que le pego una pelota y seguramente lo haré cada día que pueda improvisar ante mi profe de teatro.