Por LUNES
Hermanos (2009). (Título original: Brothers) EE. UU. Duración 105 min. Dirección: Jim Sheridan. Con: Jake Gyllenhaal, Natalie Portman, Tobey Maguire, Sam Shepard, Carey Mulligan.
Generalmente el público que concurre al cine comercial critica a aquellas películas que son muy largas o lentas. No logran soportar mucho tiempo sentados en sus butacas si la película no los atrapa y aunque lo haga salen de la sala diciendo: “está buena, pero es muy larga” o “no terminaba más”.
Generalmente el público que concurre al cine comercial critica a aquellas películas que son muy largas o lentas. No logran soportar mucho tiempo sentados en sus butacas si la película no los atrapa y aunque lo haga salen de la sala diciendo: “está buena, pero es muy larga” o “no terminaba más”.
Sin embargo, lo opuesto le ocurre a muchos de los que vieron Hermanos de Jim Sheridan, remake de la película homónima de 2004, de la danesa Sussane Bier. Luego de recoger varios testimonios, el 100% de ellos concordó con que el film es más corto de lo necesario o que serían convenientes unos quince minutos adicionales, por lo menos.
Efectivamente esta es la sensación que produce la película. No obstante, no ocurre solo como el resultado de un final precipitado sino que se va gestando lo largo de su duración: son muchos los momentos en los que se siente que la historia, los personajes o sus relaciones quedan sin desarrollarse efectivamente.
El largometraje de Jim Sheridan cuenta la historia de una familia tipo en el que el padre, para seguir los pasos del suyo, se enlista en el ejército y es enviado en distintas misiones a Afganistán. Como otras películas de contenido bélico, Hermanos expone una cotidianeidad en la que la vida de la familia se caracteriza por la constante incertidumbre de no saber qué es lo que le depara el destino al soldado que se encuentra en el exterior; también intenta mostrar situaciones que pueden llegar a ser corrientes para los miembros de la milicia, como los secuestros por parte de los invadidos. Pero el eje central de este film es aquello que ocurre en la psiquis del Capitán Sam Cahill (Tobey Maguire) para ser capaz de mostrar un cambio tan rotundo en su personalidad.
En una de sus misiones en Afganistán, muy poco tiempo después de haber vuelto de allí, es dado por muerto. El ejército organiza un simbólico funeral, la vida de su mujer, Grace (Natalie Portman) y de sus hijas comienza a cambiar. Ellas comienzan a acostumbrarse al día a día sin el hombre de la familia, aunque comienzan a incluir a otro: Tommy Cahill (Jake Gyllenhaal). El hermano de Sam, quien había sido liberado de prisión poco tiempo antes, es el que comienza a ocupar el lugar del Capitan dentro de la familia, a pesar de las constantes denigraciones que sufre a través de su padre (Sam Shepard) quien no está de acuerdo que un ex convicto pase tanto tiempo con sus nietas.
La inclusión de “tío Tommy” en el hogar de Grace y sus hijas es de tal magnitud que el espectador comienza a presentir aquello que el afiche de la película deja entrever, que ya había sido adelantado por el tráiler (bastante revelador por cierto). La presunta muerte de Sam termina de sacar a la luz todas las miserias de una familia ya disfuncional que se extiende más allá del hogar de Grace, un polvorín que recorre toda su familia política. Así se nos muestra al mayor de los Cahill, ex soldado que ha quedado con algunos problemas luego de su paso por la guerra y que los ha descargado en su anterior mujer y en sus hijos; un Tommy marcado por su pasado en la cárcel, del que pretende redimirse; una relación padre-hijo de inconformidades y reproches porque, al fin y al cabo, el menor de los hermanos nunca llegará a ser o a tener algo del héroe de la familia que ha muerto sirviendo a su país.
Hermanos es una película que logra atrapar al espectador debido a los misterios que presenta y a los giros en la trama, que llegan a sorprender. Sin embargo logra este efecto sobre quienes no han visto el tráiler. Este adelanta demasiado los puntos más definitorios de los 105 minutos de metraje. Generalmente este tipo de paratexto de las películas deja al público cuestionamientos abiertos acerca de ellas y no toman sus elementos decisivos. Lo contrario sucede en el caso de Hermanos en el que una creciente relación amorosa de los cuñados se muestra con el único beso que hay en toda la obra. Asimismo se devela que la supuesta muerte de Sam Cahill fue un error y por lo tanto su regreso a casa, el otro detonante de la bomba familiar.
Pese a esto, no es necesario haber visto los adelantos para que la sensación cuando empiezan los créditos sea que al film le falta algo. Lo que sucede es que en ciertos momentos Sheridan intenta ser dinámico solo describiendo determinadas situaciones y no toma otras que hacen al sentido intrínseco de la obra. Por ejemplo el secuestro de Cahill en Afganistán es mostrado escasamente, cuando este es desencadenante de importancia en los hechos posteriores. También de ese modo es exhibida la relación entre Tommy y su cuñada, lo cual dejaría en claro al espectador la falta de peligro que significaría esta para Sam. Sin embargo él se muestra al exceso paranoico, al igual que su hermano cuando es interrogado acerca de Grace. La falta de indagación en el tratamiento del vínculo entre los cuñados hace que el enojo del capitán resulte chocante y sin motivo; asimismo que la escena en que la hija mayor cuenta que su madre prefiere acostarse con su tío antes que con Sam resulta caprichosa.
Los personajes están delineados superficialmente. El film es capaz de desplegar distintas situaciones tensas posibilitadas sobre todo por el personaje que interpreta Maguire. El actor se despega del nerd de mirada dulce de El Hombre Araña para llegar a interpretar a un traumado integrante del ejército, cuyas experiencias en el país de oriente han marcado el regreso a su vida cotidiana. Maguire se luce en las escenas que demuestran el cambio en su personalidad luego de la odisea por volver a su hogar, sobre todo cuando es víctima de un ataque de violencia en el que la policía debe intervenir. El resto de los actores no se destaca demasiado, Natalie Portman se muestra fría y distante en cuanto a lo que debería estar sintiendo su personaje, al igual que el relajado Jake Gyllenhaal.
Los oscuros tonos, las escenas llenas de blancos, azules y grises le dan un sombrío aspecto al film, que ayudan a los sucesos tensos y le otorgan riqueza fotográfica a la dirección de Sheridan. Sin embargo lo positivo en estos recursos no llega a satisfacer en el momento que el espectador sale del cine con esa sensación de que algo faltó, y que unos cuantos minutos más no dañarían a esta película en particular.
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