“El Científico” en Número 9
Número 9. Título original: 9. (EE.UU., 2009) Dirección: Shane Acker. Con las voces de: Elijah Wood, Jennifer Connelly, Martin Landau, Christopher Plummer, John C. Reilly, y Crispin Glover. Duración: 79 min
“El mundo se termina”, parece una expresión bastante usada los últimos años sobre todo en películas apocalípticas como Exterminio (2002), El día después de mañana (2004), Niños del hombre (2006), Watchmen, los vigilantes (2009), 2012 (2009), solo para nombrar algunas de las más actuales. Es el mismo concepto que utiliza Número 9, de Shane Acker, a lo largo de sus 79 minutos de duración.
Desde el primer momento el largometraje, basado en el corto del 2005 del mismo director, manifiesta que los hombres fueron los culpables de la ruina de su propia raza al realizar una “búsqueda ciega de la tecnología” (así lo dice el personaje conocido como “El Científico”. Las máquinas que ellos mismos habían creado se volvieron en su contra provocando su extinción. Pero “El científico”, inventor de “La máquina”, un aparato que intenta imitar el cerebro humano, logró reconocer las intenciones de algunos especuladores y creó 9 muñecos de trapo capaces de sobrevivir al Armagedón otorgándoles una parte de su alma.
La historia comienza con la creación de Número 9, noveno muñeco concebido por el científico. El protagonista despierta y se encuentra con un mundo de escombros, cuando decide salir al caos es perseguido por una máquina con características animales. De este modo conoce a Número 2 que luego desaparece. El protagonista despierta en una habitación, especie de quirófano donde Número 5 estaba arreglando sus lesiones. Allí mismo conoce a Número 1, un muñeco que parece el pontífice de la iglesia que les sirve como guarida en ese momento de la historia. A pesar de sus negativas, el recién llegado intenta buscar una solución a los desastres producidos por la máquina y salvar a sus compañeros, impulsado por el secuestro y desaparición de Número 2. Para esto se envuelve en varias aventuras que lo llevan a conocer a otros de su tipo y a enfrentar peligros, junto con sus compañeros, que no había pensado cuando despertó en el taller.
A pesar de ser un film de animación Número 9, que cuenta con la producción de Tim Burton, no es una película para los más chicos ya que cuenta con escenas crueles y violentas. Su mensaje no está destinado a la inocencia de los niños sino a aquellos que, sobre todo, tienen en sus manos el poder de evitar lo que pasa en la película: la destrucción del mundo.
La ambientación es oscura, al igual que el panorama en el que los protagonistas están viviendo, con un escenario lleno de vapores y gases que nublan el cielo. Mantiene la estética visual del cortometraje ganador del Animex y nominado al Oscar, con los muñecos cuya particular textura resulta tan visualmente atractiva (aunque un poco más minuciosos en cuanto a la de los originales), y con la atmósfera enrarecida del mundo que quedó, lleno de sepias y marrones en medio de la oscuridad avasallante.
La historia queda con algunos vacíos, que en el conjunto general de la historia y teniendo en cuenta la moraleja que pretende mostrar no son de demasiada importancia. Un ejemplo de esto es el escaso desarrollo que se le da a la flamante relación entre Número 9 y Número 7. La historia entretiene y mantiene al espectador en vilo pero no lo hace gracias al diálogo, nulo en el cortometraje. En este aspecto se ayuda mayormente por las escenas de acción que mantienen el suspenso a lo largo de todo el film.
La animación es lo que más se destaca. La prolijidad con la que los muñecos están trazados demuestra una adquisición de conocimientos de nuevas tecnologías que fueron apareciendo de 2005 (fecha de estreno del corto) hasta este momento. El entramado con el cual están hechos los personajes es excelente y las expresiones faciales están altamente logradas, tanto la de los muñecos como la de las máquinas/animales, considerablemente superiores a las del corto.
Es una fábula visual que usa objetos tan simples como lo son estos muñecos pero con la complejidad de las características y sentimientos humanos, en los que el sufrimiento y el apetito por una solución van creciendo a medida que el film avanza. Toda la película es un compendio de imágenes que, tras los constantes desastres naturales, no parece demasiado de ciencia ficción. Muestra todo el tiempo la destrucción que produjo la raza humana, con una historia que no cesa de echar culpas y en el que los salvadores del mundo que quedó son unas simples criaturas como con un intento de “volver a lo básico”. Pretende que se reflexione acerca de la decadencia del hombre que se piense al progreso técnico como una involución de nuestras propias vidas, que van a ser destruidas por lo que el mismo él creó. La solución finalmente quedará en manos de seres más inocentes, que todavía no están corrompidos por la ceguera del poder total.
De este modo se puede colocar a Número 9 dentro del repertorio de películas apocalípticas, las que hablan del fin de la tierra provocado principalmente por los humanos. Al igual que otra película del 2009 que trata la ambición humana, Sector 9, el film de Acker se nutre de tecnologías visuales poderosas, de seres que no pertenecen a este mundo pero son lo único que quedarán si la codicia y la búsqueda ciega de poder y avance tecnológico ilimitado del hombre sigue su curso.
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