Viernes: Miráme

Es la 1.39 y no me puedo dormir. Pienso que mañana madrugo. Pienso que me inscribí en teatro pero que me da un poco de miedo. Pienso automáticamente que soy una pelotuda. Pero me doy cuenta que lo que me da miedo no es ir a clases de teatro, sino la mirada ajena. Vivimos condicionados por la mirada del otro, por sus ojos inquisidores, por sus reproches, por sus aplausos. No nos gusta que nos miren, pero miramos. ¿alguien me ve? No digo mirar, así simplemente. Hablo de OBSERVAR, DE VER, DE MIRAR MÀS ALLÁ. La gente que me rodea, ¿me ve?, ¿qué opina? A veces creo que en el fondo nadie me conoce, nadie sabe si cambié o no. Yo sé que cambié de un año a esta parte. Casi no hay una célula en mi cuerpo que haya permanecido inalterada. Maduré en algunos aspectos, me volví una nena en otros, comprendí cosas y decidí olvidar otras. Resolví mis propios acertijos. Perdí y gané. Amplié fronteras y reduje mis propias limitaciones. Perdí a alguien a quien amaba y encontré amistades. Endurecí mi corazón como una coraza para que nada me joda, sin querer, y no la puedo desarmar. ¿Alguien lo nota? O nadie nos ve. Nos hablan, nos escuchan, hablamos y escuchamos, pero, ¿nos advertimos? ¬¬ De verdad que no soy la misma, pero nadie me lo ha dicho. Sábato dijo que las únicas lenguas que no cambian son las que mueren, me atrevo a decir que con la gente pasa lo mismo. Pero no sé si el resto lo nota. Ni siquiera sé si mis amigas de toda la vida VEN que ya no soy la misma. Me gustaría saber si lo saben, si me VEN.