Viernes: O.K.

Lo de la semana pasada, definitivamente, era SPM. OK, ahora está todo bien. Incluso esto de un buen humor alarmantemente sospechoso. A veces decae. A veces sube con mayor potencia.

Si, por ejemplo, me acuerdo que hoy yendo a la facultad, la perra de mi vecino (que por esas casualidades se llama como si segundo nombre) me confundió con una chorra y me hizo correr hasta la parada. Me río. Si me pregunto qué es peor que caerse bajando del colectivo, me respondo: caerse subiendo, yendo a la clase de italiano, y quedar en cuatro (dudando en seguir así hasta el final del pasillo, o levantarme y dejar ver mi cara al resto de los viajantes). Me río. Porque si no nos reímos de las pequeñas tragedias cotidianas, no nos queda mucho de lo cual reírnos. Si, hay veces que se nos hace imposible. Pero ya sabemos que no existe la felicidad. Hay momentos felices, entonces los aprovechemos.

Mi buen humor puede ser porque hoy a la noche voy a derramar caminos de babas viendo jugadores de pato, encima en una final. Puede decirse que ESTOY EN BABA, que no es lo mismo que en Babia, pero se le parece. Y lo mejor es que no estoy sola. Inundo con mis amigas. Quizás eso es lo que más vale. No las espaldas, caras y raviolines. No, capaz es la compañía, y saber que por unas horas vamos a ser libres de hablar una cantidad increíble de pelotudeces. También puede ser porque recibí carta de mi mamá, que se ríe de las desgracias, les guiña el ojo y sigue, siempre sigue. Y si ella sigue, que está solita, que no tiene a su mamá para que le diga que esté tranquila, que todos somos unos boludos crónicos, entonces, no tengo razones para no reírme.

Entonces me río. Me sonrío para adentro. Canto TUCA-TUCA. Cruzo la niebla, total, nadie sabe qué pasa del otro lado. Le digo a Sábado que no todo está perdido, te venimos a ofrecer cinco corazones para cuando los necesites. No me embronco porque tengo que recuperar un punto de un parcial, podría ser peor. Y bueno, no reniego de que el sábado a las 8 tengo que estar cursando en la facultad. Tampoco de no poder viajar como lo había planeado. Hoy tengo momentos felices. Lo aprovecho. Porque como dice sabiamente Scarlett O’Hara, mañana será otro día.