jueves, 9 de junio de 2011

Si… y ¿que?

¡Hola!

Miles y miles de disculpas por desaparecer, pero como bien dijo mi amiga Viernes el pintor no terminaba las cosas y no podía trasladar la compu.

Bueno, les digo que me da placer y mucha ansiedad volver, ustedes saben que el blog es un momento oasis para mí.

Hoy, va mejor dicho las otras noches hablando de tiempos pasados con una de mis hermanas nos acordamos de un vicio que tenia yo hace unos años.
No se alarmen, jaja,

Nunca use chupete cuando chica, pero si a los seis o siete años, quizás antes, se me dio por chuparme el dedo gordo. Primero empecé por el izquierdo, no se porque, hasta que me quedo muy flaquito, si ahora lo ven parece la cabeza de un extraterrestre.
Después seguí con el de la mano derecha. No tengo un motivo si hoy empiezo a buscarlo el porque de eso, ni el porque deje de hacerlo a los 17 años.

Ni les cuento todos los comentarios que recibía, desde que era una estúpida hasta que tenía un trauma o angustia oral.

En mi casa no sabían que hacer para que dejara de chuparme el dedo, me ponían mientras dormía ajo, pimienta, me sacaban el dedo de la boca y amanecía toda babeada, me compre un esmalte con un gusto amargo para dejarlo, pero aún así lo hacia, aguantándome el mal sabor.

Siempre que lo hacia, lo hacia en mi casa y solo si tenía las manos limpias.
Una amiga me dice que yo nunca digo lo que se quiera escuchar y a veces no digo nada, o digo mucho.

Cuando deje ese vicio, no note algún cambio, no note una verborragia mayor a la que padezco, porque si hay algo en el mundo que me gusta es conversar mucho, largo y tendido, horas y días.

También les digo que no solo me hacía ver como una estúpida, sino que me deformo la dentadura, me quedo una boca de pescado tremenda, la mordida muy chueca, confirmado por el dentista. Cuando deje de hacerlo los dientes me bajaron y mejoro mi dentadura, no perfectamente, pero ahora no es tan notorio.

Como dije antes, no note un cambio en mí, cuando cerré esa etapa, fue, como si ya no lo necesite más y chau de la noche a la mañana deje de hacerlo. Si bien siempre fui tímida, hasta el día de hoy lo soy, nunca me he sentido, ni me siento segura en cuanto elijo las palabras, no me dio vergüenza que me hayan visto amigos,
familiares, ni cuñados haciéndolo, porque era natural en mi, no me da vergüenza contárselos porque les tengo mucha confianza, tanta como para que me vean en pijamas y pantuflas, es así.

Ayudando a Viernes para un trabajo en el que tenia que grabar una conversación, me dijo después que yo decía 80 palabras por minuto, parecen que son muchas, ahora que lo se quizás todas esas palabras estuvieron atascadas ahí, en mi boca y como el dedo estaba no podían salir, por eso es que salen tan rápido ahora.

Chuparme el dedo no me sirvió de nada, no me ayudo en nada y dejar de hacerlo tampoco, quizás esta es una de las lecciones que no aprendes ahí nomás, sino que con el tiempo te das cuenta y ese tiempo no ha llegado todavía.

Me molestaba mucho que se estén fijando si lo hacia o no, que me dijeran todo el tiempo que dejara de hacerlo.

Si tengo dos dedos en el placard ¿y que?, lo hacía, no me sentía tonta al hacerlo, no preguntaba el porque ni el como llegue a eso, cuando era más chica, si o si tenía que dormir con un trapito blanco que tenia, después fue el dedo, hoy todavía no encuentro esa cosa irremplazable para mis días.

Bueno disculpas por la confesión, pero es algo por lo que pase, como tantas cosas que una pasa en la vida, momentos, crisis, dudas, no se…

Dejo mi testimonio de que si: me chupaba el dedo.

¡Que tengas un lindo fin de semana!

¡Saludos!

¡Jueves!

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