lunes, 13 de junio de 2011

Los amantes siguen amando

por LUNES

"Esta me gustó, pero menos que Drácula", "Este actuaba en Drácula", "Cuando fui a ver Drácula...." Si les dicen el nombre de este famoso conde se les pueden venir muchas cosas a la cabeza pero en nuestro país sin duda está asociado al musical más grande que dio la industria argentina.

Tras una una jugada del destino, o de la casualidad, no se le otorgaron al productor Tito Lectoure los derechos para producir El Fantasma de la Ópera en Buenos Aires. Para dar pelea, invirtió 1 millón de dólares en la primera temporada del musical escrito por Pepito Cibrián y musicalizado por Ángel Mahler. Una obra que iba a ser puesta por pocas funciones terminó siendo el musical más famoso del país, hasta fue llevado a España y que este año cumple sus 20 años.

Es para su festejo que Cibrián-Mahler renuevan parte de su elenco aunque vuelven a poner a Juan Rodó al frente de las filas -desde el vamos, la orquesta pasa estar dirigida por Damián Mahler, hijo de Ángel-. Y como forma de agradecimiento, estas últimas semanas todas las entradas poseen un mismo precio y hasta la gente puede asistir a una cena festejo en el elegante barrio de Puerto Madero. Parece que "gracias" no es una palabra más, ni tampoco festejo lo es. Se agregaron más funciones a las 40 previstas desde principio de año y próximamente comienza la gira nacional. Además se ha sumado alguna que otra sorpresa a las puestas anteriores.

El musical dura alrededor de tres horas, con un intervalo de 15 minutos. Pero cuando el tiempo pasa y uno está entretenido ni se siente. Cibrián pone como protagonistas al Conde, a Mina (Candela Cibrián) y a Lucy (Luna Perez Lening) pero durante toda la obra ningún actor queda opacado o sin destacarse. Son varios momentos los que tienen sus solistas (Drácula, Mina, Lucy, Jonathan -Leonel Fransezze- Nani -Adriana Rolla-, Van Helsing -Germán Barceló-) y otros en que los grupos son el centro de la acción (el posadero y su mujer, el pueblo de Transilvania, los gitanos, los marineros y las prostitutas, los locos del asilo).

El escenario es inmenso -aunque menor que el Luna Park de la original, claramente-, digno de la puesta en escena de Drácula que consta de estructuras que los propios actores mueven dentro y fuera de la acción. El decorado muchas veces es significante dentro de los acontecimientos, no sólo ayuda para la conformación del espacio sino para los momentos de la ensoñación o en los que los personajes se buscan entre sí de forma constante y sin encontrarse. Una misma plataforma con escalones puede servir para múltiples propósitos y para darle un distinto sentido dependiendo cómo y dónde se la utilice.

Hace casi una semana que fui a ver el musical y casi al lado mío tenia una chica sentada, que debe estar estudiando diseño de indumentaria porque se quejaba que el vestuario era básico, que esperaba algo más. Estaba indignada, como aburrida porque el vestuario no fue despampanante sino hasta la parte de la boda entre Lucy y Arturo (Diego Rodriguez) pero como aprendí de que un sólo elemento no lo es todo en una obra debo decir que no me di cuenta de la pobreza o riqueza del vestuario. En realidad no creo necesario que sea ostentoso dadas las circunstancias de la acción pero sí encaja bien en un casamiento de gente de clase alta. Los pueblerinos vestidos como pueblerinos, la posadera vestida como posadera, los marineros vestidos como marineros, los gitanos vestidos como gitanos, la Condesa (Victoria De Vicentiis) vestida como prostituta comehombres parecen cuadrar.

Pero se olvidó de algo, que para mi nunca falla: las voces. Rodó pasa de ser un Drácula atemorizante a tierno aunque parezca imposible. No es el mismo el monstruo depredador al enamorado inmortal que termina entregando su alma para salvar la de su amada. Parece otro conde cuando le canta a Lucy que cuando le canta a Mina, la pasión y el amor en las voces de una sola persona. Los solos son emocionantes y nunca faltan las ovaciones para los personajes que los ejecutan.

Otra cosa que parece cuadrar es la orquesta, siempre tan prolija. Es inevitable comparar esta obra con algunas otras. Y yo, que adoro a esta dupla, no quedo exenta de eso. Vi varias obras en varios teatros y en distintos marcos. Los vi en teatros grandes y de gira. Y es la segunda vez que asisto a Drácula. La primera vez fue en una gira en la que Rodó no había participado y en su lugar estaba Diego Duarte Conde (cuak!) a quien, desde mi punto de vista, Drácula le calzaba perfecto. El elenco era completamente distinto y el escenario era tres veces menor, por lo que considero que fue a otra obra a la que concurrí.

Cibrian-Mahler nunca me fallan y creo que no lo hacen con ninguno a los que les encanta este género, como a mí. Obviamente que Drácula está lejos de hacerlo, especialmente cuando se festejan los 20 años de su estreno. Ayer fue cuando este enorme equipo de gente, que nunca descordina, se despidió del Buenos Aires para iniciar su gira nacional el 12 de agosto en Rosario.





PD: Feliz día del escritor a mis amigas, las mas bonitas, MIS MATERAS

5 comentarios:

  1. Buena cronica. Contexto y comparación.
    Saludos.


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  2. Amiga!!Linda nota!!Como siempre!!
    TE QUIEROO!!
    FELIZ DIA PARA TI TAMBIEN!

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  3. Hola!!!

    me encanta cuando escribis sobre teatroooo!!!

    Drácula es mi cuenta pendiente, ha venido miles de veces para acá y nunca voy, este año si viene voy segurooo!!

    besotesss

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  4. quiero verlaaaaaaaaaaaaa
    Me encata como escrb{is sobre teatro!!besos

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  5. Atenti con la Gira Nacional chicas, si está por alli les aviso =)

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