El producto más franco y más libre de la mente y
del corazón humano es una carta de amor(Mark Twain)
Desde chiquita que tengo una obsesión con las cartas. Me carteaba con mi mejor amiga del jardín cuando vivíamos en lugares separados, hasta los 10 años (un día se acabo l ritual y no supe más nada de ella, hasta que nos encontramos vía Facebook el año pasado). Toda mi vida recibía cartas de mi abuela. Una vez recibí una carta del vecino insoportable de al lado (pero esa la tiré porque lo detestaba, y era demasiado fuerte leer un “me gustás” proveniente de él). Me carteé con Martes cuando vivíamos lejos, con Jueves cuando me fui antes. Con mi mejor amiga, a eso de los 15-16 años, nos escribíamos todos los días (pesar de que nos veíamos a toda horA). Cada tanto recibo carta de mi mamá, cuando me tiene que mandar algún papel importante. Y para mi cumple, las materas recordaron lo mucho que me gustan, y me llegaron cartas de ellas también. Un mail nunca va a poder compararse con una buena carta, escrita con el pulso de la otra persona…
Leer cartas ajenas es fascinante. Leer y emocionarnos, sin comprender del todo, porque las cartas tienen algo oculto, que sólo destinatario y remitente comprenden totalmente.
Hay muchas que me gustan, se las iré poniendo de a poco, pero hoy elijo sólo una. Cuando la leí, no podía parar de hablar de esta carta. Es probablemente una de las más tristes que he leído, porque es una carta de despedida.
28 de Marzo de 1941
Querido,
Me siento segura de estar nuevamente enloqueciendo. Creo que no podemos atravesar otro de estos terribles períodos. No voy a reponerme esta vez. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor hacer. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todas las formas todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta que apareció esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bondadoso. Quiero decirte que- todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. Nada queda en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destruyendo tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.
(Carta de Virginia Woolf a su marido,Leonard Woolf )