jueves, 10 de febrero de 2011

Frio, frio, frio… caliente, caliente, caliente.

¡Hola!

Debo decir que llegue algo desorientada y no sabia que esperar, comencé haciendo lo habitual y compre algo para comer y algo para tomar, la gente comenzó a llenar el patio donde la “fiesta” se llevaría a cabo. Es un patio de una casa que con un precario escenario espera poder sorprender y dejar una buena impresión a la gente concurrente.

Cuando encendieron las luces solo eso bastó para garantizar una buena, diferente, movida y divertida noche.

Comenzaron a sonar las maracas, los timbales, y la adecuada voz de un salsero de pura cepa me aseguraron una noche en donde el ritmo se iba a apoderar de mí.

Al principio todos muy tímidos y si uno prestaba atención y bajaba la vista podía ver algunos pies traviesos de un lado a otro y otros más animados se animaban a las palmas.

Yo todavía en la tercera canción llena de son no entraba en clima pero cuando el ritmo subió comencé a moverme en la silla.

El cantante súper simpático y un showman total, pero siempre hay uno del público que no da brazo a torcer y no se deja llevar por el ritmo y no mueve un pelo, la temperatura acompañaba y el calor había dejado de sofocar, era una noche perfecta, solo la calidez del grupo Matamoros reyes de la salsa oriundos de la República de Cuba era suficiente para generar una atmosfera perfecta.

Poco a poco al ritmo de la buena, vibrante y fácil de bailar salsa que entonaban los grupos y parejas no tardaron en formarse, si, era una fiesta total.

Es irresistible el sonido de la percusión, es irresistible no atender el llamado que solo el cuerpo hace para bailar, y las arengas del cantante que cada vez te animaba a soltarte y desplazarte supieras o no bailar.

Era una gran fiesta, todos disfrutando, los matamoros habían comprado al público entero, la rumba y los boleros bien cantados terminaron de endulzar la noche sacando nuestros mejores pasos y sonrisas, haciéndonos sentir más livianos que el aire.

Así que al son de la salsa, los timbales la guitarra y el movimiento de caderas me voy bailando, muy seguro de que cuando vuelvan por mis pagos volveré a verlos sabiendo de antemano que sin dudas será otra noche inolvidable.

Fue una de las pocas veces que sentí ese calor latino y debo decir que me gusto.

Tu me quieres dejar y yo no quiero sufrir contigo me voy mi santa aunque me cueste morir…

¡Buen fin de semana!

¡Saludos!

Jueves.

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