viernes, 3 de septiembre de 2010

Viernes: sobre llovido, mojado…

A diferencia de mis amigas porteñas que viven pasadas de agua,hace tres años que vivo en una provincia en la cual la palabra lluvia parece un chiste. Siempre que el pronóstico avisa que va a llover, es mentira. Acá siempre hay sol, de verdad, y para mi, es muy extraño…incluso mi piel sufre la falta de costumbre y se delata con un montón de lunarcitos.
Pero esta semana llovió. Y lejos de mi melancolía de lluvias, sentí una renovación profunda. La lluvia le da una lavada de cara al mundo, literalmente. Siempre y cuando no exagere.
A pesar de todo, hay muchas oportunidades en las que odiamos la lluvia. Esos días en los que, cual dibujito animado, una nube negra y a punto de reventar me sigue a todos lados, esas temporadas en las que parece ser que sólo llueve sobre mi. A todos nos ha ocurrido alguna vez esa sensación horrible que nos hace pensar que las cosas malas sólo nos pasan a nosotros. Períodos de malas rachas, de chubascos permanentes, de tormentas por todos lados.
Pero claro, eso lo sentimos porque olvidamos de después de la lluvia aparece, si miramos bien, algún arco iris que nos estaba esperando, cauteloso, para que disfrutemos de las lluvias, que salgamos a caminar mojándonos, porque nada, NADA es tan malo, ni siquiera la lluvia. Uno de los mejores recuerdos que tengo es de una tarde negra, en la que el sol se había olvidado de iluminar a mi ciudad patagónica, y salí a caminar con mi mejor amiga, cantando, riéndonos, libres porque no había nadie allá afuera disfrutando. A veces es imposible ver la salida, nos cuesta ver el sol. Después de mi última lluvia personal, pensé que me iba a quedar varada, así, toda empapada, pero un mensajito de un gran amigo me reconfortó, a pesar de que él no sabía lo que me pasaba: “a la vida hay que vivirla, cometer errores y aprender de ellos, hacerse fuerte y superar los obstáculos”. No todos los días va a haber sol, siempre hay amenaza de lluvia por cualquier frente…
A veces llueve sobre mojado, a veces no puedo recordar que la lluvia me gusta, me renueva, a veces, como dice Fito Páez “todos los sábados son martes y trece...”, a veces la nube negra nos atosiga…y ahí en ese momento nublado, mi mamá me consuela: SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ…


Hay que mirar al sol para que las nubes queden atrás- Sam Goldstein

2 comentarios:

  1. Viernes, entiendo lo que decís...en este momento parece que tuviera una nube gigante lloviendo sobre mi...
    pero me diste esperanza, espero que sea como vos decís, que todo pasa..
    saludosss

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  2. Amiga! q casualidad! leyendo este posteo q es viejito (andaba incomunicada del mundo virtual).Aca esta lloviendo precisamente ahora!!!...q tarde esa ;) cantando Shaki por la 25 vacia, empapadas y felices...
    No sabés cuánto t extraño!!!

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