lunes, 22 de febrero de 2010

Cómo sobrevivir a Buenos Aires y no inundarse en el intento

Por LUNES

Este febrero Buenos Aires estuvo pasado por agua. Muchos hablaron de la climáticamente pobre temporada en las playas más importantes de la provincia, a diferencia del mes anterior, uno de los mejores en años. Pero lejos de compadecernos con los pobres turistas de Mar del Plata estas ultimas semanas la provincia se compadece de la capital y las zonas más “paquetas” de la Ciudad. Las lluvias, que muchos creían no durarían más que la primera quincena del mes, se extendieron pasado el día 15 y hoy, 22 de febrero, vuelven a azotar. La semana pasada y la anterior se registraron precipitaciones extremadamente elevadas para un solo día – para un par de horas, mejor dicho – que produjeron un caos en múltiples sentidos. Muchos barrios se quedaron sin luz, los mismos y otros estuvieron bajo el agua y plagados de basura.
El pasado temporal (o temporales deberíamos decir) acarreó consigo distintas consecuencias que golpearon a la política de la Ciudad de Buenos Aires, y el golpe asestado no fue muy amable. Se recordó sobre todo el gasto millonario que se hizo en obras públicas para, supuestamente, evitar las inundaciones que en definitiva sufrieron los vecinos este mes. Las críticas al gobierno de Macri fueron defendidas por su gabinete mediante medidas que incluyeron un subsidio a las familias damnificadas cuyo valor aumentó de $5.000 a $8.000 en el día de hoy.
Como medida preventiva, sumamente discutida por los habitantes, la empresa suministradora de energía eléctrica decidió cortar el servicio hasta que lo estimara necesario. Más de 5.000 porteños se encuentran aún sin energía eléctrica y sólo se se piensa restaurar el servicio a 1.800 personas. También Metrovías, la empresa de subte, y varias líneas de trenes suspendieron sus servicios este viernes debido a las fuertes precipitaciones.
La ciudad se volvió un caos. En zonas como Palermo el agua llegaba al metro de altura y la gente debió ser ayudada a cruzar por la policía y bomberos que se parecían más a los buzos tácticos de la Policía Científica. No faltó tampoco la “avivada argentina” de aquello que intentaron imitar a los agentes “ayudando” a la gente a cruzar en gomones, claro que cobrándole $2, linda imagen solidaria. Algunos se animaron a más – a mucho – y nadaron por la gran pileta que era Buenos Aires.
A diferencia de otras provincias - a mi entender, una desgracia – las actividades más importantes se centran en la Ciudad de Buenos Aires. Por lo que el diluvio no solo afecto a los porteños sino también a los habitantes de Gran Buenos Aires y de zonas ajenas a la región metropolitana. Todo confluye en capital, poca gente tiene menos de 30 minutos de viaje, muchos deben hacer combinaciones entre tren, colectivo, subte por lo que este viernes volver a casa representó toda una odisea para aquellos ajenos a los cortes de luz de Edenor, de las zonas “paquetas” inundadas y a la basura flotando en las calles.
Haciendo un recuento de anécdotas se llega a la conclusión de que nadie llegó a sus casas en menos de 2 hs. (“yo sali a las 17.30 y llegué a las 22 hs.”, “yo que salí a las 20 llegué a las 22 hs.”, “yo salí a las 20 y llegué a las 23 hs., me tuve que quedar en lo de una amiga”, “yo llegué toda mojada, no valía la pena usar paraguas”, “llegué toda mojada pero rogaba solamente tener luz”, “¿Llegaste a las 22? ¡que suerte!, yo llegué a las 24”) Y aquellos que lo lograron no lo hicieron sin mojarse.
La imagen que se veía en el microcentro describía perfectamente el desequilibrio que produjeron las precipitaciones. Los puestos de “combis” estaban abarrotados, con filas que no se ven comúnmente. Las paradas de colectivos llenísimas de gente esperando para poder viajar, si es que tenían la suerte que alguno de los colectivos saturados parara, sumado a que aquellos que viajan en subte y en tren tuvieron que encontrar medios alternativos debido a la suspensión de los servicios.
El día de hoy la región metropolitana volvió a amanecer con nubes negras y en este momento (pasadas las 15 hs.) la llovizna se convirtió en copiosa lluvia – y llueve cada vez peor, de manera semejante al viernes. ¿Quién podrá ayudarnos? Por lo pronto yo vivo en la Zona Sur de Gran Buenos Aires, cerca de casa no se inunda, todavía ni sueño en mudarme a la Ciudad. Tendremos que tomar otro colectivo, tomar otro camino y adelantarnos varias paradas para, aunque sea, viajar cómodos – ni hablar de sentados, pero por lo menos no aplastados contra la puerta del transporte. Y rogar, rezar, suplicar a quienes le corresponda que de una vez por todas se den cuenta que el mundo se nos viene en contra; que las falencias urbanas no serían tan visibles si el cambio climático no estuviera hablando cada vez más fuerte, gritándonos que nos demos cuenta.
La Real Academia Española define la palabra caos como “Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos”. Esperemos, por nuestro bien que esto sirva de ejemplo para que los grandes mandatarios mundiales se empeñen por realmente ORDENAR EL COSMOS… porque ¡estoy harta de lluvia!




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