Como se darán cuenta estoy hablando, como pocas veces, en primera persona. Porque haber vivido aquello del viernes, que hoy todavía retumba en mi cabeza tuvo sus efectos. A las 14 hs ya estabamos en River, a pesar de tener asientos numerados. Se decía que las puertas del estadio se abrirían a las 16 y para las 18 hs. estaba programado el primer show. A las 15.55 la gente de Prevención comenzó a formar las filas correspondientes y de una manera muy ordenada acerca de las 17 hs. se produjo el ingreso al estadio. La gente que ocupaba el campo corría hacia el lugar más cercano al escenario, se vio personas abrazarse al llegar, reirse, sorprenderse incluso algunos se hincaron de rodillas cual peregrinación. Finalmente EL DÍA que los seguidores de Coldplay venían esperando, con sustos, idas y vueltas, llegó.
Cuando la banda Rosal comenzó con sus canciones produjo una expectativa cuando pudimos comprobar que el sonido era ejemplar, pensando en cómo se escucharía la voz de Chris Martin en unas horas. Luego de este mini-show tocó el turno de la agrupación argentina Banda de turistas y luego la el grupo británico Bat For Lashes. A pesar del show hiperproducido de las excéntricas británicas y de su cantante con reminisencias a Björk, la desesperación crecía, la hora pactada se aproximaba.
Los miles de argentinos provenientes de varias provincias, la cantidad de extranjeros que vinieron exclusivamente a ver el show, como chilenos y colombianos, por fin pudieron saciar su ansiedad cuando a las 21.16 unos fuegos artificiales "tipo estrellitas" entraron al escenario. Fue el momento en que River estalló y empezó a sonar "Life In Technicolor" entre los gritos del público. En ese momento estallaron mis lágrimas también.
Debo confesar que nunca pensé llorar en un concierto en vivo, siempre veía en la tele a las chicas llorar por Arjona y nunca lo pude entender -bueno, en realidad todavía no entiendo que griten por él (por suerte aclaré que esta nota iba a ser subjetiva), sin ánimo de ofender a sus seguidoras (con el ánimo de ofenderlo a él). Hasta que el pasado viernes 26 de febrero Coldplay hizo lo suyo y sólo la música (ni siquiera Chris Martin había empezado a cantar, y yo ya estaba llorando) de aquellos a los que seguí por tantos años aún cuando la gente preguntaba "¿Coldplay? ¿Y esos quiénes son?" y los que estuvieron con su música en los momentos más importantes de mi vida (mi cumpleaños de 15, por ejemplo, en todos los momentos - la música la tuve que conseguir yo porque todavía eran poco conocidos a pesar de que ya existía su segundo cd) arrancó mis lágrimas. De felicidad, de emosión, de satisfacción, es raro de describir, de estar respirando el mismo aire que ellos, las lágrimas sólo salieron, sin explicación.
Cuando nos calmamos un poco (mi hermana acompaño mis lágrimas y mi felicidad) bajamos a de platea media a platea baja, aunque sabíamos que debíamos ver el show paradas. Nada nos importó, con tal de estar más cerca (aunque seguíamos viendo muy poco porque River es MONUMENTAL, sin exagerar), de nuevo ese sentimiento sin explicación de estar más cerca, mezclando nuestra mirada entre las pantallas gigantes y el escenario.
Las primeras cinco canciones cumplieron con la máxima que el público esperaba. A "Life In Technicolor" le siguieron cuatro de los temás más famosos de la banda: el reciente "Violet Hill" y los ya clásicos "Clocks", "In My Place" y "Yellow". Este último tema estuvo acompañado por un detalle que erizó la piel, decenas de grandes globos amarillos empezaron a volar por el campo que, junto con iluminación a tono, le agregaron a la canción un misticismo que quedará en los mejores recuerdos de los asistentes, sobre todo aquellos que pudimos observar todo el trayecto de los globos en el campo.
Y no la perderemos, considerando que Coldplay devuelve con creces lo que la gente espera. Cómo no vamos a ser cálidos y colaboradores si la banda brindó un recital espectacular que multiplicó su valor en pesos por algo que no tiene precio, eso que se siente en la boca del estómago. Como esas mariposas de papel volando de cuando interpretaron "Lover In Japan" o esos fuegos artificiales al terminar el show con "Death And All His Friends", así revoltosa se puso nuestra alma. ¡Viva Coldplay!