Uno puede planear como va a ser su año, dónde va a estar, qué materias va a rendir,
qué metas va a cumplir, qué aspectos va a relegar. Uno puede ahorrar para
realizar una compra o un viaje, planificar sus horarios y actividades. Puede proyectar
(ilusamente) un año tranquilo. Pero esos
propósitos están ahí, flotando. Si uno no se mueve, los planes tampoco. Si uno
no se mentaliza positivamente, tampoco.
Este año lo había empezado con todas las energías, pero después del estrés de finales y empezar a cursar de nuevo, de alejarme de mi familia otra vez, de no pegar una…decaí. Pero de pronto, después de un tormentón, salió la luz con todo. Mis planetas están alineados, y tengo la teoría de que no es casualidad. De que nada es casualidad. Lo que das te vuelve, lo bueno y lo malo. Tu energía te termina rebotando, y ahora me toca abrir los ojos y ver qué lindo que es todo. Me cansé de estar negativa, del “no puedo”-“no me sale”-“no me animo”. Se acabaron mis culpas, mis sombras, mis pre-ocupaciones.
A qué le llamo alinearse los planetas: irme a vivir sola, en medio del caos aprobar parciales, que caiga un viaje a ver a mis materas, conocer compañeros de la facultad que sé que serán amigos de oro, encontrar un par de nuevos amigos que me hacen felíz, saber que mamá, papá y familia están ahí SIEMPRE, ver a Lunes (mi querida siamesa cerebral, con quien no puedo vivir tantas cosas en paralelo sin intentar coordinar), a Miércoles abrazarla hasta querer largimear, desayunar con una amiga mamarracho, ver gente linda, comprarme muchos libros, saber que no estoy sola, aún cuando en mi departamentito vivo sólo yo. Como escribió Lunes en su última entrada….CREÍ QUE ESTABA SOLO Y NO ERA CIERTO…
Se viene….se viene….está alineación recién empieza…
Como dice la canción de Drexler….QUE SEA LO QUE SEA, Y SINO, POR ALGO SERÁ.
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