La primera vez que vi Medianeras, me encantó. La idea de verla surgió de la nada y con un
grupo de gente que no es mi grupo de gente. Era verano, y la fuimos a ver a un
lugar al aire libre, en mitad del film los espectadores lanzamos un “aaaaay”
porque detrás de la pantalla, en la oscuridad de la noche, pasó una estrella
fugaz. Más de uno pidió su deseo. Yo también, no recuerdo qué pedí, pero sé que
muchas cosas cambiaron de esa parte hasta ahora, cuatro meses después.
Los protagonistas de esta película no se conocen ni
comparten escenas hasta casi el final. Los vemos solos, deambulando por una
ciudad inmensa, donde se camuflan como uno más. Y eso me hace pensar que todos
somos protagonistas, todo el tiempo. La película es guiada por la voz en off de
los actores y de algunas situaciones curiosas que les suceden. Él, Martín,
diseña páginas web, vive en un monoambiente, tiene fobias que supera de a poco,
fue dejado, es insomne, hipocondríaco, vive conectado a internet, y usa como medio de
transporte sus piernas, nada más. Ella, Mariana es una arquitecta que vive de
decorar vidrieras, está volviendo a vivir sola luego de una ruptura con un
hombre que en el fondo le era ajeno, huye de los hombres que no le interesan,
conversa con un maniquí, le tiene pánico
a los ascensores, y el libro que marcó su vida fue “¿Dónde está Wally?”. Su
pequeña angustia es también la mía: Mariana no puede encontrar a Wally en la
ciudad….y en boca del personaje “si aún cuando sé a quién estoy buscando, no lo
puedo encontrar, ¿cómo voy a encontrar al que estoy buscando si ni siquiera sé
cómo es?. Uno, se pasa la película entera esperando que estas dos almas (con
las que es tan fácil identificarse) se encuentren, porque viven en una ciudad
inmensa, pero en la misma cuadra y no se conocen.
La peli gira en torno a la vida moderna: al amor, al
desamor, la soledad, la urbanidad,
el constante ajetreo en el que vivimos, en la gente extraña que se nos
cruza, en los miedos, las obsesiones, los deseos, el egoísmo, en la distancia
que genera estar tan comunicados, rodeados de tecnología, en un mundo en el que
es más fácil mantenerte al tanto de gente a la que no ves nunca ,que hablarle
cara a cara al que tenés al lado.
Medianeras, se suma a la lista de películas de amor que veo una
y otra vez, y con las que me identifico: 500 días con ella, Amelie, Bridget
Jones… es una película inteligente, con buenos diálogos, buenísimas
actuaciones, humor y melancolía en el momento oportuno. No es rebuscada y por eso me gusta, porque plantea una historia
sencilla en un contexto real.
Yo quiero el final en bicicleta, el amor a la vuelta de la
esquina, las felices coincidencias que hagan que las cosas se den. Espero no
perdérmelo, que los miedos-nervios no me nublen la vista y me permitan encontrar a Wally, a Nino, a Tom o a un intento de Mr. Darcy.