Viernes: Los corazones tibios se congelan en invierno

Antes no me gustaba el invierno, pero desde que estoy lejos, cada año que nos visita la Ola Polar, a mi me hace sentir que no estoy tan lejos del lugar en el que nací y me críe. Pienso que seguramente mi mamá esté diciendo “ este calorama calienta igual que una vela”, o que mis amigas caminan agarradas del brazo esquivándole al frío juntas. Es como un sentido de pertenencia, de algo que es mío y viene a visitar. Este es el segundo invierno lejos del invierno al que estoy acostumbrada. Espero que quedarme valga la pena.

Sí, me amigué con el invierno. Pobre, no la tiene fácil. La primavera es juventud, el verano ocio, el otoño balance perfecto. El invierno…catarros, pies fríos. No tiene buen publicista. Todo el mundo se queja del frío, pero no ven los beneficios que mi reciente amigo nos trae. En invierno podes estar depresivo, melancólico, podes estar como quieras, que nadie te recrimina. Podes quedarte en la cama haciendo cinco minutos de fiaca, sin que te agarre culpa. La comida hiper calórica también la consumimos con menos culpa. Y hasta podemos disfrutar de estar solteros: nadie te saca las frazadas ni se come tu chocolate. Si, la última parte es de un entusiasmo falso, porque la verdad, es que seguramente el invierno sería genial si tuviera alguien con quien compartirlo. Pero no. Así que pecho corazón, y a disfrutar como se puede, con una taza de chocolate caliente en la mano, acurrucada en mi cama.

Disfruten del invierno. Me saca más de una sonrisa recordar los días en que iba a tirarme en trineo con mi papá y mi hermana, o cuando era más chiquita todavía y el trineo se desvió y yo terminé debajo de un Fiat 146 que estaba estacionado. Me siento nueva pensando en las veces que salía a bailar, y volvía caminando a casa, haciendo equilibrio por las calles congeladas por la escarcha, los buenos porrazos que me daba resbalando con la nieve al entrar al colegio, o el entusiasmo de ver nevar desde adentro del aula, porque si se alcanzaba a juntar, a la salida era guerra asegurada.

Les comparto mis recuerdos invernales y así, de la nada, siento ese aire patagónico que me renueva los pulmones, que es puro todo el año, pero que en estas fechas está como recién nacido, esperando que lo respire. En serio, disfruten del invierno.

Mientras tanto, yo agudizo mis oídos. Quizás pueda escuchar esos pajaritos que nos anuncian nieve en el sur, y quien sabe, tal vez la Ola Polar me lleve a casa de vuelta por una ratito, regalándome un par de copitos.