lunes, 19 de marzo de 2012

Los artistas

por LUNES

El Artista. Título original: The artist. Origen: Francia/Bélgica. Dirigida por: Michel Hazanavicius. Con: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Uggie. Estreno: 16 de febrero de 2012. Duración: 100 minutos.


El 16 de mayo de 1929, la película Wings (1927), ganó su estatuilla a Mejor Película en los Academy Awards (Oscar). Esa fue la primer entrega de la premiación y la ganadora fue el primer largometraje mudo en ganar en esta terna. El año siguiente, la historia fue totalmente distinta: la vencedora fue la primer película sonora.

Hasta este año no volvió a suceder que un film sin sonido se alzara con el galardón. El francés Michel Hazanavicius se anima a hacer que la sonoridad en su obra provenga de la música y de las escasas palabras en los minutos finales (además de una secuencia onírica en la que se oye el sonido-ambiente). El artista, entonces, es una película prácticamente muda, como las películas anteriores a los años 30. El propio director ha escrito los pocos diálogos de los personajes y aquellos -aún menores- que aparecen en la pantalla.

Podemos pensar en películas como Kill Bill (2003) -especialmente Vol. I- en la cuales escasean los diálogos pero que, sin embargo, tienen a los efectos visuales como parte predominante -ni hablar del sonido de la katana de Beatrix Kiddo cercenando extremidades-. En el otro extremo hay filmes que son puro diálogo e incluso, como en Copia Certificada (2010), se suceden en varios idiomas (francés, italiano, e inglés).

Curiosamente, en un mundo cinematográfico lleno de grandes efectos y profusión de personajes creados digitalmente y de escenarios basados en la "pantalla verde", el director se anima a hacer una película despojada de estas características visuales que no por eso es pobre o sencilla. Las condiciones de producción de este filme plantean un tipo de enunciatario poco común en estos tiempos. Fue filmada en el estándar 1,33:1 (llamada "Relación de la Academia"), al igual que las películas mudas en su época original, y en blanco y negro. De este modo se convirtió en la primer película en blanco y negro en ganar un Oscar después de 18 años (cuando ganó La lista de Schindler -1993-).

La historia es sencilla, no podría enredarse mucho sin despistar al espectador acostumbrado a seguir un diálogo. El famoso actor George Valentin (Jean Dujardin) está viviendo en la cumbre de su carrera y su matrimonio hasta que por accidente conoce a Peppy Miller (Bérénice Bejo). Sin pensarlo, ambos caminos se entrecruzarán en la pantalla grande cuando ella consigue un pequeño rol en una de las películas de este actor. A partir de ese momento Peppy comienza a tener una carrera ascendente, pasando de ser parte de un grupo de bailarinas de fondo a una mega estrella ("la novia de América" o "American Sweetheart").

Ambos se conocen en un momento en el que estaba por darse un quiebre en el cine: la incorporación del sonido. Las compañías cinematográficas comenzaban a apartarse de la música en vivo en el momento de la proyección para otorgarle una voz a los actores y actrices que ocupaban la pantalla grande. En esta coyuntura es en la que la fama de Peppy crece cada vez más. Del otro lado del ring se sitúa George, quien se niega a formar parte de esta nueva era. Esto hace que el actor sea despedido por el Estudio al que hizo famoso; ponga en riesgo su capital, invirtiendo en una película muda que los nuevos espectadores no quieren ver, y así su matrimonio (que termina en divorcio).

Acompañado siempre por su perro (interpretado principalmente por Uggie, entre otros Rusell Terriers) y por su fiel asistente/chofer Clifton (James Cromwell), George atraviesa un proceso de decadencia que lo lleva al borde del suicidio. A través de su personaje, se presenta un enunciado de reflexión sobre el cine. De hecho son varias las escenas en que se ve el "cuadro dentro del cuadro", es decir "cine dentro del cine". El espectador está en la sala, viendo una película que muestra el proceso de producción de otra película de la que George (por ejemplo) es protagonista. Se reflexiona no sólo sobre el dispositivo cinematográfico en sí (películas mudas vs. sonoras) sino sobre aquello que lo rodea y que conforma la industria: espectadores, medios, empresarios.

Quienes hayan visto El artista quizá nunca hayan espectado una película muda, incluso quizá ninguna en blanco y negro. El enunciatario que se construye se debe despojar de aquello que ha naturalizado en los últimos años de cine digital y hablado. Hazanavicius nos da una propuesta original que, no sólo nos permite disfrutar de casi dos horas de una gran obra de arte, sino pensar acerca de su propio trabajo ya que, al fin y al cabo, es desde el cine de donde habla.

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