lunes, 24 de diciembre de 2012

Raro lo inaudible

por LUNES


En el marco de los cien años del nacimiento de John Cage, esta improvisación musical propone romper con los modos de escucha de los conciertos occidentales tradicionales, en los que la audición es unidireccional y la interpretación de los músicos busca la armonía.


La obra se compone por cuatro situaciones, explicadas a los voluntarios que decidieron ponerse en la piel de intérpretes esos diez minutos. Cada uno tiene un tubo azul con luces que será el portador de los sonidos que cada uno decida hacer. En una sala oscura, la iluminación proveniente de esos cilindros solo deja visible los oídos de los espectadores y las manos o bocas de los “músicos”.


Las situaciones están separadas por un cambio en la iluminación. Los intérpretes se encuentran constantemente moviéndose por el espacio y acercando los tubos a distintos oyentes, en los diferentes momentos de acuerdo a las consignas.


La primera fase consta en hacer un breve golpe sobre el tubo. En la segunda se propone moverse más rápido y hacer sonidos más largos. En la tercera situación, cuatro percusionistas se acercan a los atriles del proscenio e intentan imitar, tocando unos caños negros, lo que Cage interpreta en la grabación que cada uno oye mediante auriculares. Al mismo tiempo, los “músicos” acercan y alejan los elementos azules a los oídos de los presentes. La última instancia es acercarse a los tubos e indicar en voz baja: “diga 33”.


Con un “¿Usted ha dicho 4 33?” en la pantalla, termina este homenaje al creador e intérprete de la obra de vanguardia 4’33’’

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